En estos días visité Siuna, uno de los municipios del llamado Triángulo Minero, en el centro-norte de Nicaragua. Y gracias a la hospitalidad de una joven mujer del lugar pude conocer no sólo la belleza del blosque tropical húmedo que cobija al pueblo, sino también a la gente que vive allí y pelea día a día precisamente para que ese bosque sobreviva frente al empuje de la llamada «civilización» y el «progreso». Sigue leyendo
Archivos Mensuales: julio 2015
El declive de una institución
Después de salir de una celebración religiosa, la familia Reyes Ramírez se dirigía a su casa en una zona semi-rural de las afueras de Managua. Siete personas a bordo de un carro, la mayoría de ellas mujeres, adolescentes y niños. Una veintena de policías encubiertos realizaban una operación antidrogas en esa misma zona, les hicieron alto y el conductor pensando que era un asalto no se detuvo. Les dispararon tres veces en un corto trayecto. Tres integrantes de la familia murieron a causa de los disparos y el resto de pasajeros resultaron heridos, además de seriamente traumatizados. La jefa de la policía llegó hasta el lugar y luego visitó el hospital donde trasladaron a las víctimas pidiendo perdón y ofreciendo justicia. Pero eso mismo ya lo había hecho antes en Chichigalpa, Tipitapa, La Paz Centro y Catarina. Sigue leyendo
Un cartel para pensar
Julio es un mes con un profundo significado simbólico para Nicaragua. Es el mes de la guerra y de la liberación. El comienzo de la utopía. Pero la guerra tiene costos, ¿cuánto hemos pagado las mujeres por ella?
Vi este cartel e inmediatamente me recordé de una conversación hace varias lunas con Mildred Largaespada sobre cómo vivimos las mujeres de Nicaragua experiencias como la guerra, la Revolución, los terremotos, huracanes y todo aquello que nos ha tocado vivir a las de mi generación y otras contemporáneas.
Recuerdo la vieja Managua, el terremoto del 72, la guerra, el miedo a los operativos de la Guardia en las escuelas, los bombardeos a la ciudad, el olor de los cadáveres quemándose en la calle y la desolación de esos días. Con la Revolución llegó la alegría y también el dolor. La alegría de la alfabetización, los cortes de café y algodón, los entrenamientos en las milicias, la zozobra de mi hermano desaparecido y la de ver llegar a los amigos en ataúdes.
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